Perquè no un blog?

I perquè no un blog?

Redacto fulls i més fulls cada dia a la meva feina, però cap d’aquests escrits expressa les meves càvil·les, els meus somnis, anhels o vivències.

En cap d’ells deixo empremta del meu pas per la vida, ni reflecteixen com o qui sóc.

Així doncs m’he preguntat, perquè no escric un blog?

Ha de ser el meu racó de la calma, el refugi de la meva ment, el calaix dels mals endressos per les meves idees.

Ho enceto sense cap intenció d’arribar a ningú, només per tal d’apaivagar un neguit personal i començar el que pot ésser un diari de reculls, la bitàcora del meu passeig per la vida.

16/8/15

Letras que apuñalan.

Maldigo las canciones porque me hieren el alma.

Tonadillas que rasgan mi corazón cuando al sonar, abren cajones olvidados de la memoria, permitiendo que escapen de su interior recuerdos de momentos felices que no volverán, de historias de amor sin final adecuado, de risas que acabaron prematuramente, de amigos que ya no están.

Son peor que “aquellas pequeñas cosas” de las que hablaba Serrat, se instalan en tu cabeza y te acompañan durante todo el día, durante toda la noche, la vida entera agazapadas en un dial que se sintoniza a traición cuando más vulnerable eres, por la espalda y sin medida.

Dónde está Bob Marley con su reggea optimista “Three little birds” y su “every little thing gonna be all right”, dónde el “Walking on sunshine” siempre positivo y alegre de Katrina & The Waves que te inyecta buen rollo.

Desaparecen las canciones alegres, dejan de existir sin más cuando más las necesitas, cómo si nunca se hubieran radiado.

Gires la rueda hacia dónde la gires, siempre te encuentras con una letra desgarradora que hace añicos tu equilibrio emocional.

Una tras otras son mensajes directos, todas hablan de ella, todas te cantan a ti.

No puedes escapar a su atracción y te conviertes en un melómano masoca, cuando al reconocer los primeros compases de un sonido que sabes que te hundirá, que te revolcará sin remedio en el lodo creado con el polvo que cubre los recuedros empapado en las tus lágrimas, decides no apagar la radio en ese mismo instante y te descubres alargando la mano hacia el transistor para subir el volumen.

Abandonándote y rindiéndote a las notas.

Dejando que a todo volumen el sonido te atraviese y la voz del cantante inunde tus venas como droga destructora que elimina las últimas barricadas que resistían a la pena, dejando que la tristeza gane terreno con cada estrofa hasta que se apodera totalmente de tu ser.

Algunos leeréis esta misiva y pensaréis: -“está deprimido”, pero no, no es eso, sólo estoy escuchando canciones con letras que apuñalan.

Igualada, 23 de septiembre de 2014.

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